La realidad da borrachera


En un evento lejano, por el tiempo que ha pasado y olvidado, durante un encuentro literario nacional, conocí a un escritor que por esos días había publicado un sencillo pero notable libro de cuentos (hoy quién lo recuerda: yo), nos dijo alrededor del circulo de espontáneos, que si no tenía media botella de aguardiente, entre pecho y espalda, no podía escribir.
El aguardiente le daba valor para enfrentar la hoja en blanco e inspirarse.
Su angustia fue tan intensa como dolorosa (lo intenso es doloroso, o al reves) que no no soportó una vez más y se descerrajó un tiro en la sien, suicidándose.
La noticia apareció publicada en un tabloide sensacionalista que al enterarme quedé consternado por mucho tiempo. Imitó a Hemingway, que de tanto salir a cazar y regresar cargado con cada nueva experiencia para escribir. Un día -pienso- se vio viejo, sin fuerzas, sufriendo de alcoholismo, y ya no tenía mas experiencias qué contar y sucumbió.
También he conocido actores drogadictos, y por supuesto, actrices que me reservo sus nombres. He sabido de poetas que pretenden alcanzar cierto estado de iluminación aspirando cocaína, como aquellos viejos poetas malditos.
En el gremio de los guionistas y realizadores conocí un guionista que necesitaba inspirarse alineándose o ¿alienándose? dos gramos del alcaloide y lo revolvía, quiero decir, bebía whisqui. Su producción no era tan genial, apenas alcanzaba la media de los normales.
Después no supe más de él.
En un evento que asistí porque no había más qué hacer, me dio la mala sorpresa de verlo apoyándose en un bastón.
Mi imaginación llenó el vacío de la conversación ausente, diciéndome: a buen entendedor pocas palabras.
En una rumba espesa revolvió tanto de lo uno como de lo otro: una sobredosis combinada. Casi pierde la vida y se gana la muerte. Le sobrevino una trombosis, que le paralizó la mitad de su cuerpo, está en terapias, tanto física, sicológica como espiritual.
La sobredosis fue originada por su desesperación de que ya no daba con la realidad que lo había emborrachado tanto.
Camus recomendaba que la única forma de alcanzar la lucidez era con la paciencia más sobria.
Yo agrego, y el trabajo diario.
El resto son arandelas de puro vicio duro y pereza.
Como dijo Picasso, que la inspiración te alcance trabajando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario